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LA PELOTA Y EL CLUB

Castillo-Etxeberria: Campeones en el frontón de Loiola.
Inazio Miner y Juanito Etxeberria: Final Campeonato del Barrio. 1951.
Inazio Miner en el Arkupe.

El Club Deportivo Loyolatarra nació con el objetivo de impulsar la pelota y va a ser en el frontón donde coseche sus mayores éxitos.

Y enseguida. Ya en 1925 y 26, dos pelotaris del Club, Guridi e Isasi ganaron el Campeonato de Guipúzcoa de pala. También en estos dos años se ganó la Copa Rosales, que correspondía a un campeonato muy complejo donde se jugaba a cesta, remonte, pala y mano. Y en 1930 Azkue y Etxenike se proclamaron Campeones de España de mano parejas (eran ya Campeones de Guipúzcoa por partida doble).

En todas las modalidades, mano, pala larga y corta, remonte y cesta punta, brillarían los pelotaris loiolatarras. Y la leyenda empezó a crecer, junto con la de su frontón: el Arkupe.

El Arkupe poseía unas características muy especiales que le hacían único y mágico. “Tiene muchas trampas”, se decía. Y los pelotaris loiolatarras, allí entrenados, adquirían un juego muy característico- de reflejos y velocidad- que luego exhibían en los grandes frontones. Los mejores en el Arkupe eran los Olasagasti (Pío, Gregorio y José).

El Arkupe tenía muchos trucos- nos recuerda hoy uno de los socios más veteranos del Club, Pantaleón Egiguren, Pantxa- tanto que hasta el gran Atano III se negó a jugar, rechazando el desafío de Ignacio Etxarri”.

Muchos son los nombres grandes de la pelota loiolatarra. Coloquemos al lado de los ya citados, en mano a Epelde y Luziarte (Campeones de España), Castillo, Etxeberria e Ibargay (Cam-peones de Guipúzcoa), Artano y Aldazabal; en punta Guridi; en remonte los hermanos Arrieta (Campeones de Guipúzcoa durante seis años); Francisco Inciarte y Manuel Urzelay fueron Campeones de Guipúzcoa de mano parejas en 1942; por su parte, Francisco Inciarte fue Campeón de Guipúzcoa a mano ese mismo año; en remonte Tolosa y Ozkoidi; en pala Enrique Abril, Ignacio Londaiz; José Ayerza representó a Guipúzcoa en el Campeonato de España e Iñaki Peluaga (Campeón de Guipúzcoa profesional en 1986 y 87 y Campeón de Euskadi en 1987, de segunda).

Mención especial merece el loiolatarra Ignacio Echarri.

En su primera etapa representante del Club Deportivo Loyolatarra y posteriormente enfrentado deportivamente al mismo.

Cualquier deportista, y por extensión cualquier club, triunfa gracias a sus méritos, pero también de acuerdo al nivel de los rivales a los que se enfrenta. Y en ese sentido, quizá nadie hizo tan grande a la pelota del Club Deportivo Loyola-tarra como Ignacio Echarri, a quien se puede considerar, sin miedo a equivocarse, el más duro adversario a quien los pelotaris de este club se han enfrentado en una cancha.

También fuera de la cancha, pero siempre como continuación de la enorme rivalidad que se vivía en los partidos. Azcue y Echenique fue la pareja del Club Deportivo Loyolatarra que más rivalizó con Ignacio Echarri, en muchas ocasiones bien respaldado por su hermano Gregorio. Con semejante plantel, no es de extrañar que Loiola fuera considerado durante algún tiempo la casa de las dos mejores parejas manistas de lo que entonces se conocía como el amateurismo y que tenía un enorme predicamento entre los aficionados.

Ignacio Echarri fue un enamorado de la pelota. Su corpulencia y su clase eran destacadas en la prensa local que apreciaba mucho su entrega a este deporte. Fue tres veces campeón de España, en los años 1931, 1934 y 1940. Los dos primeros títulos los logró junto a su hermano Gregorio en Bilbao y Pamplona, respectivamente. El último, junto a Orbegozo, en Zaragoza.

Su saque era especialmente temido. Quienes devolvían su espectacular disparo inicial todavía tenían que esperar la devolución del resto, otra suerte que dominaba como pocos.

Ignacio Echarri, que para entonces ya se había reconciliado con el Club Deportivo Loyolatarra, perdió sus dos últimos partidos. Uno sobre la cancha, en Pamplona 22-10 contra Gastaminza y Amundarain, y el otro, una semana después, cuando le sobrevino la muerte el 31 de octubre de 1942 , a los 44 años.
El último adiós al mejor rival de este club fue multitudinario. Todo el mundo pelotazale, encabezado por el presidente de la Federación Española, Carmelo Balda, estuvo en el funeral y el posterior entierro. José Lopetegui representó al Club Deportivo Loyolatarra portando una de las seis grandes coronas que acompañaron al cortejo fúnebre hasta el cementerio de Polloe.

En el Arkupe donde se forjaron los pelotaris de Loiola.
Topete: siempre pendiente de “sus txabales”.